lunes, 6 de octubre de 2008

Hablamos, hablamos y no dejamos de hablar, cataratas de palabras, letras, combinación de letras, sonidos, sordos, y ya nada tiene tanto sentido. Las palabras entran y salen, dicen y no dicen.

Cuando era chica, odiaba a mi Mamá porque me había puesto un nombre sin A, Rocío, para mi era un nombre horrible, que no era de "nena", porque no terminaba en a. Se lo reproché como hasta los 10 años creo. Cuando alguien me preguntaba como me llamaba lo decía bajito, para que no se note tanto.

Al final, nada es tan terrible, ni tan lastimoso. Al final, decimos lo mismo con otras palabras, en otro volumen, y sale el sol otra vez. A veces suele ser fácil, pero la voz lo complica todo (entre otros)...

6 comentarios:

Aldana. dijo...

Yo siempre odie mi nombre, ahora me estoy acostumbrando..
Pero la personalidad no te la da un nombre, sino que te la armás vos mismo.

No importa como lo digas, simepre va a tener el mismo significado.. las palabras son palabras , i cumplen el roll de comunicar, y aunuqe las cambies para que suene distinto, no deja de ser más que lo mismo, pero diferente!

Beso grande :)

* MiS * dijo...

Palabras más palabras menos...

Palabras que soplan en el viento...


Y así...

Una vez un niño de 6 años me dijo que su palabra preferida era ADEREZO MIL ISLAS !!!!

A-NO-NA-DA-DA !!

(Sos una genia!)


Besos a loT!!!!

Anónimo dijo...

ante las demasiadas palabras la nada... y la inteligencia del cuerpo. la mejor brujula: la piel

saludos de cordoba... tengo linkeado tu blog

Diseño y Planificación Comunicacional dijo...

Rocío es un nombre muy lindo.

Tampoco te llamás Adelfa.

Anónimo dijo...

hice un comentario en el post anterior. gracias por pasar

saludos

rocha dijo...

le jugamos al seis? y justo este es el coment numero 6...
azar?
o es un mensaje del mas alla?