Si hubiera un interruptor para apagar cerebros, lo compraría sin dudarlo. Cuando fue el día que me convertí en una condenada obsesiva, una maquina interminable de tejer y tejer? No puedo recordarlo bien, pero no fue hace mucho. Puede ser unos cinco o seis años. Antes no era así. Antes nada me detenía, mi vida seguía igual, un poco más apagada, pero seguía y podía soñar con el futuro tranquilamente. Ahora parece que el futuro está ahí no más, que está acá y lo estoy desperdiciando. Incluso estos últimos dos años pasaron muy livianos, las obsesiones parecieron desaparecer desplazados por una especie de tranquilidad, nunca conforme por supuesto...al menos podía dormir tranquila, no vivía abrumada por mi mala suerte.
Un golpe de suerte me subió y otro golpe me bajó, y ahora volví a ser el cerebro que no para de maquinar historias inalcanzables e irreconocibles.
No puedo llegar a entender como hace un año dormía tan tranquila. como estaba tan segura de ciertas cosas, de todo por cierto. Hoy no puedo pisar tierra firme, me siento nadando en un río interminable de dudas. Incluso cuando dudaba en el fondo estaba convencida de que no había motivos para hacerlo.
Es terrible como se pasan los AÑOS, ya no son meses...son años...van a ser dos años. Necesito tanto un consejo, necesito tanto decirle a mi mamá que la necesito. Necesito tanto contarle que no se como salir de mi propia trampa. Pero no puedo, seria desnudarme por completo, ponerme en evidencia de mi debilidad por tener una vida de mierda.
Es una red infinita de desencuentros y desamores, lo que voy dejando atrás me persigue a escondidas, al mismo tiempo que yo busco a escondidas lo que quiero alcanzar. Todos nos ignoramos, en silencio. Pero cada uno sabe que el otro está ahí y la más mínima señal indica una batalla ganada, aunque la guerra no termina nunca. Parece ser que la guerra va a continuar por mucho tiempo más. Me cansé de estar en guardia, alerta. Necesito relajarme. Podría enumerar una lista interminable de lo que necesito, sin embargo nada me conformaría.
No quiero acostumbrarme a otra tristeza, no quiero desenamorarme, no quiero morirme por dentro...no quiero pensar tanto, si nada está a mi alcance, no es necesario que piense nada, lamentablemente esa es mi forma de matar, voy matando sentimientos aplastados por pensamientos uno arriba del otro. Así me vuelvo cada vez más neurotica, soy incapaz de llorar frente a él, incapaz de decir algo. Incapaz de distinguir una verdad de una mentira. Absolutamente incapaz de distinguir algún sentimiento. Cuando estaba lejos mi mente estaba en paz y el corazón era enorme, por eso no se lastimaba y podía llorar abiertamente. Hoy estoy amargada y seca.
Este año fue muy raro...imprevisto. Quizas Cordoba tenga razón, no hay nada mejor que un ansiolitico para estos casos.
Hasta mañana, dulces sueños!